Podemos decir que la pericia caligráfica es una ciencia que se viene aplicando profesionalmente desde hace tan solo unos años. Sin embargo, las falsificaciones de firmas y las alteraciones documentales se han venido realizando desde que el ser humano comenzó a escribir. ¿Cómo se realizaban entonces los estudios caligráficos hace varios siglos? Como diría Rosalía… malamente.
Y no hay nada mejor para ilustrarlo que esta captura de la serie de la BBC de Los Mosqueteros. En el capítulo 5 de la primera temporada El regreso a casa, nuestros protagonistas temen por la vida de Porthos, que es acusado de asesinato y se le llevan a la Corte de los Milagros. En un determinado momento encuentran un documento sospechoso y al instante sospechan que la firma está falsificada. Para demostrarlo, se enfrentan directamente al falsificador. Hasta ahí bien. Hasta ahí. Porque acto seguido Athos asegura que sería muy fácil comparar ambas firmas. Ya te digo yo que no lo es, Athos. La pericia caligráfica es un poquito más compleja que eso. Para poder realizar un estudio pericial en condiciones óptimas se requieren largas horas de observación, estudio, comparación, medición y muestras indubitadas suficientes, entre otros aspectos.
La diligencia debida en la pericia caligráfica
Aunque a través de un comparativo visual creas que puedes llegar a una conclusión, en la mayoría de los casos no es posible acertar a simple vista. Ni siquiera para el ojo entrenado del experto. Un buen falsificador es capaz de escribir con la letra que no es la suya durante un periodo de tiempo determinado, y en los pequeños detalles es donde se aprecia la posible alteración. Además, estamos hablando de la posible comisión de un delito. Hay que tomar las precauciones necesarias y obrar con la diligencia debida antes de emitir un dictamen.
Si sospechas que han falsificado tu firma, crees que han alterado un documento o necesitas los servicios de un perito calígrafo, ponte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte y de darte un presupuesto sin compromiso.
© Todas las imágenes son propiedad de la BBC, habiendo sido recogidas de Netflix.
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