En los últimos años, se ha puesto muy de moda la caligrafía artística. A través de esta disciplina, los artistas convierten la escritura en una obra de arte en sí. Para eso tienen que entrenar su letra y practicar mucho. ¿Significa eso que pueden falsificar su firma con su nueva letra? Veamos por qué si modifico mi letra no basta para engañar a un perito calígrafo.
Si modifico mi letra, ¿puedo falsificar mi firma?
Mucha gente suele pensar que basta con cambiar un poco su letra para falsificar una firma o un texto. Tal vez a simple vista no se reconozcan los gestos tipos que delatan la autoría de un escrito, pero un experto en pericia caligráfica está entrenado para detectar estos rasgos.
El acto de escribir o firmar depende de los músculos de nuestra mano, pero también de nuestro cerebro. Aunque no nos demos cuenta, al escribir estamos dejando marcas, signos y características que son propias de cada persona. Y estas se reproducen de manera inconsciente, sin que el autor esté pensando en plasmarlas en un papel. Como los peritos solemos decir, al firmar o al escribir, cada persona deja su «tarjeta de visita».
Pensemos en un ejemplo clásico. Cuando estamos en casa y un vecino llega a nuestro piso, sabemos diferenciar el sonido de sus pasos o el ruido que hace con las llaves. Seguramente sabemos de quién se trata sin darnos cuenta. Pues con la escritura ocurre algo similar.
Por eso, si modifico mi letra, aunque yo crea que la estoy alterando bastante, un perito sabrá reconocer los rasgos que identifican mi autoría. En general, es mejor no pasarnos de listos con estas cosas.
¿Y qué pasa con la escritura creativa?
Volviendo al tema inicial, las personas que se dedican a practicar caligrafía artística muchas veces acaban por desarrollar un segundo conjunto de letras. No obstante, en esta escritura también quedan patentes nuestras marcas, aunque resulten menos evidentes.
De hecho, puedes hacer una prueba sencilla en casa. Si escribes la misma frase con la mano izquierda, la mano derecha, el pie o la boca, tal vez distingas rasgos que siempre están presentes. Puede ser una carga de tinta, una forma de trazar una barra, la presión en una letra o un gancho, pero siempre aparecen, a no ser que hagamos un esfuerzo consciente. Y ni aún haciendo ese trabajo podemos disimular nuestros propios rasgos más que unos pocos minutos… y con poco éxito.
Lo ideal en estos casos es el perito calígrafo pida a la persona que reproduzca la escritura o las firmas en condiciones similares cuando se hace el cuerpo de escritura. Al fin y al cabo, no lo mismo escribir con un pincel que con un bolígrafo de gel.
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